Géminis
Candela se pone en la fila de las chicas con sus amigas Tati y Pau. Lo mismo hacen Nico y Teo en la fila de los chicos. Es sábado por la noche y, si bien no hace mucho frío, los atuendos cortos, brillosos y acharolados de las chicas dejan entrar el viento de la costanera con facilidad. Con los latidos aumentando, pero apaciguados por el alcohol, Candela le entrega el DNI al patova. Este la mira de arriba a abajo: pelo rubio teñido, ojos acristalados acompañados de pestañas con rímel algo corrido, piel pálida y piernas envueltas en medias cancán. —¿Cómo te llamás? —Ángeles Castillo. —¿Qué día cumplís? Candela mira para arriba, achinando los ojos. —El 5 de marzo. —Pasá. Candela suspira y avanza, esperando que los amigos sigan el mismo protocolo. Mientras, mira el DNI y se ríe. Ángeles era castaña y su piel más oscura; no había signos de alegría en su cara. Su primo Gabriel era quien se lo había dado, pero nunca supo decirle de dónde lo sacó. Adentro, Candela y los amigos bailan, entrecie...